No es por fentanilo. No es por migraciĂłn.
Esta vez, la amenaza es por agua.
Donald Trump encontró un nuevo botón de pånico y lanzó el ultimåtum: o México abre la llave, o nos cae un arancel del 5%.
Ah, caray, ¿ahora qué debemos? Es una deuda vieja.
SegĂșn Trump, MĂ©xico tiene que cumplir "INMEDIATAMENTE" con el Tratado de Aguas de 1944. Si no, nuestros productos pagarĂĄn el precio en la aduana.
La factura tiene fecha de caducidad:
El plazo: Quiere 200,000 acre-pies de agua antes del 31 de diciembre.
La traducción: Un acre-pie es lo que consume una familia gringa en un año. O sea, exige agua para 200,000 familias en solo tres semanas.
La deuda total: Su administración reclama un déficit histórico de 865,000 acre-pies.
El dilema de Chihuahua: AquĂ es donde la cosa se pone fea.
El agua que pide sale del RĂo Conchos (Chihuahua), pero allĂĄ tampoco sobra. Las presas clave, como La Boquilla, estĂĄn en niveles crĂticos por la sequĂa de 2025.
BĂĄsicamente, Trump pide quitarle el agua a los agricultores de Chihuahua para dĂĄrsela a los del sur de Texas (sus votantes).
¿Por qué importa? Porque es un juego de suma cero.
Si pagamos el agua, es un trancazo para el campo chihuahuense, lo que podrĂa derivar en toma de presas, como pasĂł en 2020.
Pero el impuesto del 5% golpearĂa a todas las industrias. MĂ©xico exporta 46,000 millones de dĂłlares mensuales a Estados Unidos.
Trump ya vio que la amenaza de aranceles es su navaja suiza: sirve para todo.
Ahora México tiene hasta Año Nuevo para decidir qué sacrifica: campo local o relación comercial.


