Ángel Hernández cruza desde Nuevo Laredo a Laredo, Texas, dos veces por semana.
No va de compras. No visita familia.
Va al centro de plasma Grifols, a unas cuadras del puente internacional. Dona plasma (que es un componente sanguíneo) y gana de 60 a 120 dólares.
Y así mucha gente, cuyos casos fueron documentados por Texas Standard. Son la materia prima de un negociazo en EE.UU.
Checa las cifras:
Estados Unidos tiene la mayoría de centros de recolección de plasma del mundo.
Provee aproximadamente 70% del plasma usado para fabricar terapias a nivel mundial.
Uno de cada diez litros de plasma en EE.UU. viene de mexicanos que cruzan la frontera.
Donantes pueden dar plasma hasta dos veces por semana en Estados Unidos. 104 veces al año.
Ya lo notaste: acá hay algo raro.
En 2021, la Aduana (CBP) decidió que vender plasma contaba como trabajo y empezó a rechazar a quienes cruzaban con visa de turista. Las farmacéuticas (Grifols, CSL) entraron en pánico, demandaron y un juez ordenó reabrir la llave.
Pero la duda sigue: ¿Están trabajando o recibiendo un regalo por su tiempo?
¿Por qué importa?
Para mexicanos: Es un salvavidas. Dos visitas semanales son, al menos, 480 dólares al mes (unos 9,600 pesos en economía informal).
Para industria: cerca del 7% del plasma global dependería de que gente como Ángel siga cruzando esos puentes, según Texas Standard.
Es la economía informal mexicana alimentando a la industria médica formal de EE. UU.
Por eso, cuando Ángel vuelve a casa, se arranca el vendaje del brazo justo antes de llegar a la aduana. Mejor que nadie pregunte.


